Lo normal es que la muerte esté en los cementerios y los cementerios en las periferias. Pocas veces hace apología, sale de paseo y toma la fachada de un edificio del centro de Madrid. Y con ella las calaveras de barro negro y las flores de sempasúchil a los balcones como una guía de pétalos naranja que alumbra el camino hacia el más allá